¿Estás ocupando todo el espacio que necesitas?
“¿Estás ocupando TODO el espacio que necesitas?” : se trata a la vez de una pregunta y una invitación.
Hoy te quiero compartir una serie de ideas que han salido a raíz de la observación de mis alumnas y alumnos durante las clases presenciales.
¿A qué viene esta reflexión sobre tu espacio?
Si has estado estudiando conmigo o siguiéndome en mis canales, sabes que me encanta llevar las actitudes físicas a lo psicológico y viceversa. Creo que muchos bloqueos o movimientos repetitivos derivan de patrones que se han cristalizado en la mente.
Por eso, buscamos romper estas rutinas a través de la danza y el movimiento consciente. Queremos encontrar nuevas formas de movernos y convertir el estudio en la sala en un entrenamiento que modifique nuestros comportamientos en el mundo real, en el día a día, que es nuestro campo de experimentación práctico.
La observación
Cuando empecé a dar clases de Yoga Prenatal, notaba que al pedir a las mujeres que abrieran las piernas para relajar las ingles, lo hacían de manera pequeña, casi con vergüenza.
Lo mismo ocurría con los dedos de la mano en cuatro apoyos: “Por favor, abrid los dedos, nuestras manos son nuestras raíces en la tierra y necesitan espacio”. Pero los dedos permanecían cerrados, casi para no molestar.
Con el tiempo, he notado que esto no sólo ocurre con futuras mamás, sino con todo tipo de público, sin importar sexo o edad. Los dedos se mantienen unidos, y cuando desde los cuatro apoyos avanzamos con un pie hacia delante, tendemos a unir las líneas paralelas del pie y de la rodilla, a veces cayendo.
Lo mismo pasa con las posiciones de caderas que miran hacia delante, con pies paralelos o alejados, como en el guerrero I, el lunge (o zancada) o un simple plié (doblar las piernas paralelas).
… Me he ido preguntando el porqué de todo esto. Y he ido encontrando respuesta en la falsa impresión de “no querer molestar”.
Me reduzco, me hago pequeña porque así no ocupo espacio, no llamo la atención.
Es aquí que nos equivocamos: si reduzco mi base y acerco mis pies, mis dedos, mis RAICES… en realidad estoy reduciendo mis puntos de apoyo en la tierra, los lugares de donde saco energía y estabilidad.
¿Qué pasa si actúo de esta forma? Antes o después me caeré y necesitaré el apoyo de alguien más para mantenerme de pie: así que no sólo será imposible no molestar, sino que empezaré a repartir mi peso sobre otras personas que utilizaré como apoyo o fuente de fuerza. (¿Te suena alguien que ha hecho esto contigo? ¿O tú lo has hecho con alguien sin darte cuenta?)
Una invitación a buscar nuevo espacio
Vuelve a tus pies, pon tus apoyos a la distancia que necesitas para sentir que tu centro de gravedad coincide con el centro de tu cuerpo y que tu peso está bien repartido entre derecha e izquierda, delante y atrás.
Juega con tu cuerpo. Juega a perder el equilibrio y a caerte: pero sé consciente de tu límite y de cuando necesitas volver al centro para no depender de un apoyo externo.
El concepto, explicado con palabras quizás sea un poco abstracto. Te invito a probarlo en posturas sencillas: da una zancada hacia delante y nota la diferencia si los dos pies están en una misma línea vertical o en dos líneas paralelas, a lo ancho de tus caderas.
Ponte en cuatro apoyos, abre las rodillas a lo ancho de tus caderas y separa los dedos de las manos lo más que puedas. Nota la diferencia, siente cómo la energía y el sostén de la tierra cambian con esta nueva intención.
Siéntate con las piernas abiertas y luego ábrelas un poco más; dobla con cariño tus rodillas proyectándolas hacia fuera y nota cómo tus isquiones entran en la tierra, como las bases de las velitas en un pastel de cumpleaños. ¿Cómo sientes ahora la vertical de tu columna? ¿Notas más ligereza?
Silla para visitas brevísimas
En 1945, Bruno Munari, un diseñador italiano que hizo del juego el hilo conductor de toda su obra, inventó la “Silla para visitas brevísimas”.
Parece una silla de madera normal, pero su asiento de aluminio está inclinado a 45 grados, haciendo imposible sentarse por más de unos segundos, como un tobogán para niños.
“Por supuesto, ¡siéntase cómodo!”
Reduciendo el ángulo de apoyo, el espacio para sentarse se reduce y también el tiempo de la visita.
No convirtamos nuestra vida en una “Silla para visitas brevísimas”. Ajustemos conscientemente los ángulos de nuestros apoyos. Hay muchos aspectos de nuestra existencia que no podemos controlar, pero éste sí podemos decidirlo. Está literalmente en nuestras manos (y pies).
Si quieres explorar más esta relación con el cuerpo como entrenamiento para la vida, recuerda que el 29 de septiembre hay un taller abierto de //BodyLAB gratuito para todos en Yoga Alegre Barcelona, de 11h a 13h.
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